Ya en Nipolandia, toca subir hacia el norte, trenecito a trenecito. Por casualidad me he enterado que en Kanazawa hay un nuevo museo y tienen programada una antológica de Ron Mueck - el azar está conmigo una vez más y me pone en el espacio y en el tiempo preciso -. Así que ése es mi destino. Y mi destino supone dos dias de tren. Pero dos días de tren costeando la costa, y cuando digo costeando digo por el borde mismo del acantilado. Trenes de un solo vagón, sin maquinista - son automáticos, a pesar de su aspecto post guerra fría -. Simplemente ESPECTACULAR. Porque cuando no es un acantilado por una ventana, es un sistema montañoso por la otra ventana. No puedo expresar qué dos días, y no hay foto que pueda reflejar semejantes pueblos, ni rocas, ni lo frondoso que es todo, ni lo verde que está en pleno verano, ni los pueblos incrustados entre los árboles o entre las olas. Impresionante.
He descubierto que viajar en este tipo de tren te mezclas con la gente de una forma diferente, tienes que compartir durante 10 minun espacio y un tiempo - otra vez el azar - de su rutina. Es como espiarles. Ya os enseñaré el documento gráfico.
He descubierto que viajar en este tipo de tren te mezclas con la gente de una forma diferente, tienes que compartir durante 10 minun espacio y un tiempo - otra vez el azar - de su rutina. Es como espiarles. Ya os enseñaré el documento gráfico.
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